«En todo proceso de análisis normal surge una mayor consciencia, al darse cuenta de represiones, proyecciones, etc. El proceso de análisis produce también una ampliación de la consciencia, pero se mantiene la relación del yo con sus objetos. El yo está conflictivamente entrelazado con los objetos —uno sigue siendo una pieza, una parte de un proceso—. Sólo cuando el análisis sigue avanzando se inicia la analogía con el yoga, cuando la consciencia se libera de sus objetos (El secreto de la Flor de Oro). Este hecho está ligado al proceso de individuación, que comienza cuando el sí-mismo se separa, como algo propio, de los objetos y del yo. Es como si la consciencia se separase de los objetos y del yo y emigrara hacia el no-yo, hacia el otro centro, hacia lo extraño y, con todo, propio en sentido primigenio. Este desprendimiento de la consciencia es la liberación de tamas y rajas, una liberación de las pasiones y de la dependencia respecto de lo objetivo. Se trata de algo que no puedo demostrar ya filosóficamente. Es una experiencia psíquica que, en la práctica, se expresa como un sentimiento de redención. Lo que con anterioridad ha provocado nuestro pánico ya no causa pánico alguno: uno puede contemplar sin alterarse la tensión de opuestos en que consiste el mundo. No es que uno deje de participar, pero queda liberado de dependencia. La consciencia se aleja para entrar en una esfera carente de objetividad. Esta experiencia tiene efectos prácticos en la vida, y de la manera más palmaria. Donde más bellamente se expresa es en el relato de Buddha amenazado por Mâra. Mâra y todos sus demonios se abaten sobre él, pero el trono del Buddha está vacío: ya no se sienta allí. O también lo que se dice en el Rig Veda I, 164: «Dos amigos muy estrechamente unidos abrazan un mismo árbol. Uno de ellos come la dulce baya, el otro mira tranquilo hacia abajo».»
Carl Gustav JUNG
La Psicología del Yoga Kundalini
-Apéndice II: comentarios de Jung a las conferencias alemanas de Hauer-
Ed. Trotta