«El consciente no actúa de una forma continua; está sujeto a intermitencias. El inconsciente, por el contrario, está en movimiento perpetuo. Suena sin descanso y sigue su curso bajo la superficie del consciente, a la manera de agua subterránea. Está en contacto íntimo con nuestras funciones vegetativas. Cuando estamos emocionados y atemorizados, nuestro organismo sufre la repercusión.»

Ania Teillard